|  Login



Blog > Cómo ambientar una obra de ficción (I)

Cómo ambientar una obra de ficción (I)


Icono de color ffd040
Por César Sánchez Ruiz



Capítulo 1



Hay otros mundos aparte de este que nos ha tocado vivir en 2020. En este artículo del blog voy a darte toda una serie de indicaciones que te permitirán ambientar adecuadamente tus obras de ficción. Una buena ambientación actuará a la manera de un teletransporte a otro tiempo o lugar, o a ambos, y puede elevar un texto hasta límites insospechados.

Para que puedas captar a qué se refiere exactamente el término ambientación, voy a ponerte, primero, un ejemplo no literario:

Imagina que un amigo te llama una mañana por teléfono y te dice que acaba de abrir un restaurante en la ciudad y que quiere que lo veas: que te invita a comer en él. Le dices que vale, que aceptas. Cuando llegas al lugar, tu amigo te está esperando frente al local. «Es un restaurante medieval», te dice. La puerta es una puerta normal, como la de cualquier otro restaurante. Entráis. Ves que el local tiene sus mesas, cada una con sus sillas, su mantel, sus platos, sus vasos y sus cubiertos, y que tiene también sus luces en el techo y en las paredes y su personal de servicio dispuesto a atenderte. Tu amigo te pide que te sientes donde quieras, y tú te sientas. Al de poco, los empleados comienzan a servirte. Ves que se trata de comida y bebida que perfectamente podría ser la propia del Medievo: potaje de verduras, pescado ahumado y en salazón, carne hecha al fuego, vino, fruta… Todo resulta estar muy rico. Cuando has acabado, tu amigo se acerca y te pregunta: «Bueno, ¿qué te ha parecido?». Tú le respondes: «Pues muy bien: estaba todo muy rico… pero me ha faltado algo». «¿Qué?», te pregunta. Le contestas: «No me he sentido en la Edad Media».

Efectivamente, nada en el restaurante (salvo la comida) ha permitido que te sintieras en esa época: las mesas y las sillas no eran de madera, las paredes y el suelo no eran de piedra, no colgaban del techo lámparas del hierro forjado ni había tapices en las paredes, no sonaba la típica música antigua, el personal iba vestido con ropa actual... Tu amigo no se había preocupado de trabajar la ambientación del restaurante.

Por el contrario, si ya de inicio el local no hubiera sido uno más en la ciudad, sino una antigua construcción fortificada en las afueras de un pueblo, y tu amigo no solo se hubiera preocupado de poner mesas y sillas de madera, y lámparas antiguas y tapices, sino también de que la comida y la bebida se sirviera en bandejas y jarras y de hacer que los trabajadores fuesen vestidos cada uno como un personaje típico medieval (el posadero, la mesera, el caballero, la princesa, el rey, la bruja, el trovador…), y sonase música de mandolina, y el trovador, durante la comida, le leyese un poema de amor a la princesa, entonces sí habrías podido sentirte en el Medievo.

Con una obra de ficción sucederá lo mismo. Si concibes una historia que transcurra en la Edad Media y comienzas a narrarla sin haber trabajado la ambientación, no estarás permitiendo que la persona que lea la obra crea estar en esa época. La trama podrá resultar interesante, y los personajes, lo mismo, y los lugares en los que transcurra la acción, otro tanto, pero estará faltando algo muy importante, el ambiente medieval, y esto le quitará puntos a tu obra.

Así, la ambientación es el conjunto de acciones que permiten crear la impresión de estar en un lugar y tiempo determinados, ya sea un emplazamiento real o ficticio. Se llama también ambientación al efecto que se logra con tales acciones. La ambientación no es el lugar ni el tiempo en cuestión, sino toda una serie de elementos, de todo tipo (escenarios, partes de escenarios, iluminación, olores, condiciones climáticas, objetos, personajes, rasgos de los personajes, formas de expresarse, acciones, comportamientos, creencias, canciones, palabras…) que, incluidos por aquí y por allí en una obra de ficción, provocan que quien la lea crea haber sido teletransportado a ese mundo.

En el ejemplo de la ambientación del restaurante medieval, esta serie de elementos serían: la edificación en sí, que ya tendría sus paredes y suelos de piedra, sus techos altos, sus ventanales, etc., los muebles de madera, las lámparas y tapices, las bandejas y las jarras, la vestimenta y el resto de la caracterización de los empleados, su actuación, la música de mandolina, el poema que lee el trovador… Podríamos añadir otros: ya para empezar, el nombre del restaurante podría ser, qué sé yo, «El mesón de Camelot»; luego, en la entrada podríamos poner una reja y un puente levadizo, si el presupuesto diese para ello; y ya en el interior, una chimenea con su fuego y algunas armaduras y escudos por aquí y por allá; para acabar, las cartas del menú podrían ser pergaminos, e incluso podríamos ponerles nombres medievales a los platos: «Sopa druídica», «Arenque del río encantado», «Filete al estilo bárbaro»…

DÉJATE GUIAR EN TU ESCRITURA

TUTORÍA DE PROYECTOS LITERARIOS


¿Quieres escribir una obra literaria (una novela, un libro de relatos, un guion de cine o de serie de TV, un texto teatral, unas memorias...) y no sabes por dónde empezar? ¿Te has lanzado a ello y te has atascado? Deja que alguien con experiencia te guíe en tu proyecto.



Ya en el tema que nos ocupa, para lograr una buena ambientación en una obra de ficción en la que se cuenten unos hechos que transcurran en la Edad Media convendrá, lo primero, que toda la acción o buena parte de ella transcurra en lugares propios del periodo: una ciudad con su muralla, un castillo, una abadía, la torre de un alquimista… Si, en cambio, hacemos que la mayor parte de la acción transcurra en, por decir un lugar, un bosque, no tendremos, en principio, un escenario particular que nos ayude en la ambientación, puesto que bosques ha habido en otras épocas y sigue habiéndolos en la actualidad, sin que ello quite que podamos colocar en ese bosque otros elementos de ambientación, como serían unos bandidos armados con espadas, la cabaña de un curandero, unos monjes en peregrinación...

También podríamos jugar con el clima. En la Edad Media hacía más frío que ahora, e, incluso, durante unas décadas el tiempo fue glacial, así que podríamos incluir un ambiente gélido, con sus nevadas, y hacer que la gente fuese en todo momento abrigada.

Luego, tendríamos que hacer que los personajes muestren el comportamiento típico de la época: la gente era más religiosa y supersticiosa, y se contaban leyendas; la medicina no estaba tan avanzada como lo está hoy, y se recurría a hierbas y remedios caseros; se viajaba, por lo general, a pie, y la mayor parte de la gente no sabía nadar.

Como puedes ver, para lograr una buena ambientación no queda otra que conocer bien el lugar y el tiempo que queremos recrear. Si son reales, y la época es la actual o una reciente, es posible que hayamos vivido en ellos, y este caso ya los conoceremos; en caso contrario, será necesario que nos documentemos. Incluso aunque los conozcamos, convendrá que realicemos tareas de documentación. Y si son ficticios (por ejemplo, la historia transcurre en el futuro o en un mundo fantástico), tendremos que crearlos con todo su detalle.

La clave, en cualquier caso, es la particularidad. Si únicamente ambientamos mediante elementos que resulten ya conocidos, no lograremos crear la sensación de estar en «otro mundo», esto es, en otro lugar o tiempo, o en ambos, diferentes a los que ya conocemos, y la ambientación resultará poco eficaz.

Fíjate: si, para ambientar, únicamente incluimos un castillo, un caballero con su espada, el rey y la princesa, el trovador con su mandolina, la ropa de la época, etc., así, sin más, no iremos muy lejos: es un mundo que, por más no sea el nuestro, ya conocemos. En un restaurante sí funciona, porque no estamos habituados, en la vida real, a estar sentados en el comedor de un castillo y ver cómo un caballero reta a muerte a un trovador, pero en la ficción, tanto el escenario (el castillo) como los personajes (el rey, la princesa, el caballero, el trovador...) como la acción (el duelo a muerte) son elementos que no aportan ya demasiado, ambientalmente hablando.

En cambio, si nos documentamos un poco y averiguamos que, por ejemplo, en los años más fríos de la Edad Media se congelaron las cosechas y murieron muchas reses, y que, a raíz de ello, se produjo una gran hambruna, y mostramos elementos que comuniquen este contexto (la nieve en los campos, la gente famélica, la poca comida que había, los lugares sin apenas nadie, e incluso el canibalismo) entonces la ambientación será más potente, porque estaremos mostrando un mundo desconocido para la mayoría.

Bueno, pues hasta aquí este artículo. Hay mucho que hablar sobre el tema, pero lo dejo para otra ocasión. Si la explicación te ha resultado valiosa, y no quieres perderte las próximas que escriba, únete a mi ejército literario, y te enviaré un aviso cada vez que publique una, además de contenidos que solo envío a mi lista.

Aquí tienes un nuevo artículo sobre cómo ambientar una obra de ficción.



¿QUIERES APRENDER MÁS?


No te conformes con leer artículos en un blog. Da el salto: únete a mi ejército literario y te iré formando con contenidos que solo envío a mi lista.