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La verosimilitud
o cómo lograr que tus historias resulten creíbles
Por César Sánchez Ruiz
Toda ficción es una mentira, pero para que al lector le resulte interesante, tendrá que parecerle verdad. En este artículo te explico qué es la verosimilitud, por qué es tan importante en narrativa y qué aspectos has de trabajar para que tus historias resulten creíbles de principio a fin.
¿Qué es la verosimilitud?
La verosimilitud es la apariencia de verdadero que tiene una supuesta realidad que alguien nos presenta. Así, decimos que una ficción es verosímil cuando, por más que se trate de hechos inventados, da la impresión de ser verdad. Cuando nos cuentan que el tercer cerdito, el del cuento Los tres cerditos, se hizo una casa de ladrillo, sabemos que nos están contando una mentira, porque los cerdos no construyen casas. ¿Cómo las iban a construir, si en vez de manos tienen pezuñas? Sin embargo, en el contexto de esta ficción, en la que los animales están personificados, la acción del cerdito resulta verosímil, ya que necesita protegerse del lobo.Es importante no confundir verosimilitud con realismo. El realismo se refiere a la representación fiel de la realidad. Una historia es realista cuando imita de principio a fin el mundo en el que vivimos. Por ejemplo, sería realista una historia en la que unos vecinos se asocien y traten de evitar el derribo de sus viviendas por parte del ayuntamiento, ya que en la vida real también hay personas que luchan por evitar que les derriben sus viviendas. No sería realista, en cambio, una historia en la que un ejército de dragones invada un reino, porque, simplemente, en el mundo real los dragones no existen. La historia de Los tres cerditos tampoco es realista, claro está.
Tan verosímil o inverosímil puede resultar una historia realista como una no realista. La verosimilitud dependerá de que, una vez establecido el contexto, la historia se desarrolle de manera coherente con ese contexto. Así, en la historia del derribo de las viviendas, resultará creíble que los vecinos organicen una manifestación, porque cualquiera que se viese en una situación así haría lo mismo; en cambio, no lo resultará que empaqueten sus cosas y se vayan a vivir debajo de un puente sin rechistar. En el caso de la historia de los dragones, resultará creíble que los campesinos huyan o traten de esconderse cuando los dragones les ataquen, o, quizás, que empuñen las armas que tenga y se defiendan; en cambio, no lo resultará que sigan arando sus campos como si no pasara nada.
¿Por qué es importante la verosimilitud?
La verosimilitud es importante porque permite que el lector se interese por la mentira que le estamos contando.Si una vez establecido el contexto, la historia se desarrolla de manera análoga a cómo funcionan las cosas en el mundo real, nada impedirá que el lector piense que los hechos narrados podrían haber sucedido realmente, ya sea en su ciudad, ya sea en otra época, ya sea en otro mundo, y podrá sentirse inmerso en la peripecia de los personajes.
Si el lobo sopla y sopla y no logra derribar la casa del cerdito, seguramente buscará otra forma de entrar. ¿Buscará un hacha y destrozará la puerta? ¿Subirá al tejado y bajará por la chimenea? Ambas acciones son plausibles. El lector entenderá que los cerditos siguen estando en peligro y querrá saber si logran librarse del lobo o no.
Si, en cambio, la historia no resulta verosímil, el hechizo se romperá: al lector ya no le parecerá que los hechos puedan haber ocurrido realmente o que puedan llegar a suceder en el futuro, ni siquiera en un mundo distinto al nuestro, sino que se dará cuenta de que la ficción responde a una lógica arbitraria y se desinteresará por lo que se le está contando.
Si el lobo decide llamar a la puerta y pedirles a los cerditos que le dejen entrar, que tiene un hambre terrible, y los cerditos le dejan entrar, el lector pensará que está perdiendo el tiempo atendiendo a la narración de una historia en la que los personajes, por más que sean animales personificados, actúan de forma tan incongruente.
No obstante, en según qué tipo de obra es aceptable que lo que se cuente no resulte verosímil. Por ejemplo, en una comedia podría no importar tanto que la ficción resulte creíble como que lo que les ocurra a los personajes o las situaciones en las que encuentren hagan reír.