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Cómo crear atmósfera en una obra de ficción (II)


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Por César Sánchez Ruiz



Luna llena



En el último artículo publicado en el blog te había explicado cómo podemos valernos de los escenarios para crear atmósfera en una obra de ficción. Como ya te había adelantado, los escenarios no son el único elemento con el que podemos jugar, sino que también podemos servirnos de, por ejemplo, los personajes y la acción. Es importante que conozcas todos estos recursos, ya que así lo tendrás más fácil para darle a tu obra la atmósfera que necesita. En este artículo te lo explico con detalle.

Para empezar, más allá de que hagamos que el escenario sea como nos convenga en lo relativo a su estado de conservación, a la iluminación, a las condiciones meteorológicas, etc., podemos hacer que en él tenga lugar algún suceso que, sin llegar a dar forma a la historia en sí, ayude a transmitir la emoción pretendida.

Para ejemplificar, seguiré usando la historia en la que el personaje estaba llevando a cabo una investigación y se veía obligado a buscar algo en un cementerio. En esta historia podríamos contribuir a generar la atmósfera de inquietud haciendo que al protagonista, en el trayecto al cementerio, se le pare el coche de repente, sin ningún motivo, como si se hubiera quedado sin combustible, y que luego, también de manera extraña, le vuelva a arrancar, o que, ya en el cementerio, el viento, que estará soplando con fuerza, parta la rama de un árbol y esta caiga muy cerca del personaje. Como ves, se trata de sucesos accesorios, que no llegan a formar parte del argumento en sí: el protagonista, tras el incidente con el coche, seguirá conduciendo y acabará llegando, ya al anochecer, a su destino, mientras que ya en el cementerio, tras llevarse un buen susto cuando la rama le caiga cerca, seguirá con lo que estaba haciendo, atento, eso sí, a cualquier otra rama que pueda caerle encima.

Los personajes también los podemos hacer servir de esta manera accesoria. Ya de buenas a primeras, podemos decidir quién habrá en el escenario aparte del protagonista. Resultará muy distinto que el lugar esté abarrotado de gente a que, por el contrario, no haya un alma.

En la historia del ejemplo, nos irá bien que el protagonista apenas se encuentre con nadie, ni en su trayecto al cementerio, ni, sobre todo, en el mismo cementerio, ya que suelen generar más inquietud los lugares solitarios. Así, podríamos hacer que en la carretera únicamente se cruce con otro vehículo, y que ya cuando llegue a su destino, en el lugar apenas haya dos o tres viviendas, y solo vea a una persona, que estaría, por ejemplo, trabajando junto a su casa, y que sería a quien le preguntase por el cementerio. En cuanto al propio cementerio, nos irá bien, en principio, que en él no haya nadie, pero también nos podría ir bien, para generar la atmósfera que queremos, que el protagonista vea a alguien junto a una de las tumbas, por más que esta presencia no llegue a suponerle ningún problema. Podría ser, simplemente, uno de los habitantes del pueblo, que se haya acercado a visitar la tumba de un familiar, y no haya podido hacerlo de día. En cualquier caso, ayudará a generar inquietud.

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Fíjate en que podemos jugar con la caracterización de cualquier personaje que aparezca en la historia, esto es, en cómo es ese personaje, tanto en lo que respecta a su aspecto físico, como a su comportamiento, como a su forma de expresarse, como a cualquier otro rasgo que lo defina.

En el ejemplo, no será lo mismo que la persona a la que el protagonista vea junto a una de las tumbas tenga una apariencia normal, a que, por el contrario, sea una figura muy alta y extremadamente delgada, y tenga un pelo ralo que le caiga hasta la cintura, y esté frente a la tumba en una postura un tanto extraña.

Voy a idear un personaje con el que el protagonista pueda interactuar, y así podré ejemplificar mejor cómo podemos recurrir a otros aspectos de la caracterización, aparte del físico. Imagina que tras bajar del coche y preguntarle por la ubicación del cementerio a la persona que estaba trabajando junto a su casa (y que, de momento, tenía un aspecto y un comportamiento normales), esta le informe de cómo llegar, y le diga que tiene que pedir la llave de la puerta del cementerio a la persona que vive en la casa que verá cerca.

Pues bien, podríamos hacer que esta persona que viva junto al cementerio, que será, por ejemplo, un hombre de unos cincuenta años, tenga, ya para empezar, una apariencia que pueda causar inquietud. Quizás tenga la mitad de la cara desfigurada, por decir algo. Luego, ya en lo que se refiere a su comportamiento, podríamos hacer que se muestre arisco con el protagonista, y que cuando este le diga que quiere visitar el cementerio, el hombre le pregunte, con malos modos, qué se le ha perdido allí, por más que no le impida visitarlo. También podríamos hacer que acompañe al protagonista hasta el cementerio, pero que no llegue a acercarse a la puerta, sino que se limite a darle la llave al protagonista y deje que este la abra mientras él se mantiene alejado.

Ya de paso, fíjate en cómo, si hacemos esto de que la puerta del cementerio esté cerrada con llave y el protagonista tenga que pedirla para acceder a él, resultará aún más inquietante que luego vea que hay alguien en el camposanto. ¿Por dónde ha entrado esa persona?


Ya por último, podemos valernos del conocimiento que tengan los personajes, ya sea del escenario, de otros personajes o de cualquier otro elemento de la ficción. Puede ser algo que les expliquen otras personas o que averigüen de cualquier otra forma.

En la historia del ejemplo, podríamos hacer que antes alguien, en la ciudad, haya informado al protagonista de que las gentes del lugar evitan el cementerio. También podríamos hacer que la persona que estaba trabajando junto a su casa, a la que el protagonista le había preguntado por la ubicación del cementerio, le recomiende que no se entretenga en él. Igualmente, podríamos hacer que la persona que le dé llave le pida que no toque ninguna tumba y, sobre todo, ninguna de las que no tienen cruz. Estas informaciones darán a entender que el cementerio puede resultar peligroso, y contribuirán a crear la atmósfera de inquietud.

Hay otros elementos que podemos usar para crear atmósfera, pero estos cuatro cuyo uso te he ejemplificado (escenarios, personajes, acción e información) son los principales.

Bueno, pues hasta aquí esta explicación. Si te ha resultado valiosa, y no quieres perderte las próximas que escriba, únete a mi ejército literario, y te enviaré un aviso cada vez que publique una, además de contenidos que solo envío a mi lista.



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