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El contraste, un recurso todoterreno
Por César Sánchez Ruiz
Si hay un recurso aplicable a cualquier tipo de texto, ése es el contraste. Da igual que lo que estemos escribiendo sea una novela, un microrrelato, un poema o un texto teatral, siempre podremos echar mano de él. En este artículo te explico en qué consiste el contraste y cómo puedes usarlo en tus textos.
Llamamos contraste a la diferencia u oposición entre dos elementos, ya sean personas, objetos, colores, conceptos... Por ejemplo, hay un contraste entre la imagen del patio de un colegio a la hora del recreo, repleto de niños jugando, corriendo y gritando, y la imagen de ese mismo patio un día festivo, sin nadie en él.
Para que se genere un contraste, la diferencia entre ambos elementos ha de ser notable. Entre un perro y un gato apenas tenemos contraste en lo que respecta a su tamaño; sí lo tenemos, en cambio, entre un elefante y un ratón. De la misma manera, entre los colores rojo y naranja no tenemos contraste, por más que sean colores diferentes; sí lo tenemos, en cambio, entre el blanco y el negro o entre el amarillo y el azul.
El contraste entre dos elementos puede darse en más de un nivel. En el caso del patio del colegio, el contraste lo tendríamos no solo en lo que respecta a la imagen, sino también al sonido: lo generarían las risas y el alboroto de los niños, por un lado, y el silencio del patio vacío, por otro. En el caso del elefante y el ratón, tendríamos, aparte del contraste de tamaño, uno entre la parsimonia del elefante, por un lado, y la vivacidad del ratón, por otro, en caso de que estuviéramos observándolos mientras se mueven.
Voy a ir poniendo ejemplos de uso del recurso en textos de distinto género. Empezaré por la poesía. Si lees este conocido poema de Mario Benedetti...
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
... verás que hay un claro contraste entre la primera mitad del texto, en el que las frases están en negativo, y la segunda mitad, en el que esas mismas frases aparecen en positivo. La oposición entre ambas realza el texto.