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Cómo poner bien las comas
y evitar que te pase lo que a Oscar Wilde (I)
Por César Sánchez Ruiz
La coma es, con diferencia, el signo de puntuación más difícil de usar. Para que no te pase como a Oscar Wilde, que en cierta ocasión contó que se había pasado toda la mañana trabajando en la revisión de sus poemas para, al final, sólo quitar una coma, y que por la tarde la había vuelto a poner, te explico cuándo has de poner coma y cuándo no. Antes, te comentaré para qué sirve exactamente la coma y por qué es importante que las pongas todas bien.
Nota: la longitud de este artículo es el doble de la habitual. Para que puedas digerirlo bien, lo he partido en dos. Ésta es la primera parte, y al final de la misma tienes un enlace a la segunda.
¿Para qué sirve la coma?
La coma es un separador: sirve para indicar que el texto que viene tras ella ha de interpretarse con una cierta independencia del texto que la precede. Precisamente, la palabra coma proviene del griego kóma, que significa «corte».De todos los signos de puntuación, la coma es el más frecuente y el que indica una menor separación entre los términos a los que afecta. Se usa exclusivamente dentro de la oración. Los otros signos que se usan para separar partes de la oración son el punto y coma, los dos puntos, los paréntesis, la raya, las comillas... Luego ya, para separar las oraciones entre sí, se usa el punto, los signos de interrogación y exclamación, los puntos suspensivos...
Al contrario de lo que se cree, la función de la coma no es indicar una pausa durante la lectura. La mayoría de las comas sí se traducen en pausas, pero no todas, y, a la inversa: a menudo, se producen pausas durante la lectura que no se marcan mediante comas ni de ninguna otra manera.
¿Por qué es importante poner bien las comas?
Las comas permiten que el texto se interprete sin trabas. Gracias a ellas podemos saber cuándo finaliza la parte de la oración que estamos leyendo y cuándo empieza la siguiente. De esta manera podemos captar el significado de los distintos elementos que forman la oración y el de ésta en su conjunto.Para que lo veas claro, te pondré un ejemplo de cómo la coma permite interpretar correctamente una oración. Si yo, en un diálogo, escribo...
—Avise a la doctora, Alonso.
... lo que comunico es que un personaje le está pidiendo a otro, un tal Alonso, que avise a la doctora.
En cambio, si no pongo coma...
—Avise a la doctora Alonso.
... lo que comunico es otra cosa: un personaje le está diciendo a otro que avise a la doctora Alonso.
A menudo, poner comas donde no se debe o no ponerlas donde se debe no llega a entorpecer la comprensión del texto. Aun así, conviene ponerlas todas bien. Si no lo hacemos, causaremos mal efecto: estaremos demostrando que no nos hemos preocupado de revisar el texto o que, simplemente, no conocemos la normativa de uso de la coma, y, en ambos casos, dando a entender que, muy probablemente, la obra tenga otros errores, de todo tipo, y no merezca ser leída.
¿Cuándo poner y no poner coma?
La normativa de uso de la coma es compleja: hay muchos casos y excepciones. Para facilitarte su comprensión, iré exponiendo las normas en un orden lógico. También, para que la explicación te resulte lo más amena posible, ejemplificaré con variaciones de la frase del famoso cuento El dinosaurio, de Augusto Monterroso:EL DINOSAURIO
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Bien. Para aprender a poner las comas, lo primero es saber cuándo no hay que ponerlas. ¿Y cuándo no hay que ponerlas? Pues en el caso general, que no es otro que cuando la oración tiene la estructura habitual de sujeto + verbo + complementos, con los elementos en este orden.
Veamos un ejemplo:
El dinosaurio todavía estaba allí esta mañana.
Ésta es la disposición esperada de los elementos de una oración: la oración empieza con el sujeto, continúa con el verbo (y los adverbios) y finaliza con los complementos verbales (directo, indirecto, agente, regido, circunstanciales...).
No hay que poner coma, por tanto, entre el sujeto y el verbo ni entre el verbo y sus complementos, en el caso general.
A partir de aquí, si extendemos la oración incorporándole otros elementos, o hacemos más complejos los que tiene, o alteramos su orden, o elidimos algunos, o combinamos varias oraciones en una, es cuando, en la mayoría de los casos, tendremos que empezar a poner comas.
Por ejemplo, cuando incorporamos una interjección, ya esté formada por una única palabra («hola», «vaya», «¡ay!»...) o por varias («buenas tardes», «¡mi madre!», «¡qué lástima!»), hay que aislarla con comas:
El dinosaurio, ¡horror!, todavía estaba allí.
Las interjecciones son todas aquellas palabras o expresiones con las que se verbaliza una emoción. También lo son algunas expresiones de saludo y despedida, o que sirvan para llamar la atención de otra persona, y ciertas fórmulas de cortesía, así como las onomatopeyas. A menudo, las interjecciones se escriben entre signos de exclamación, pero no por ello han de dejarse de aislar con comas.
Si incorporamos un vocativo, también hay que aislarlo con comas:
El dinosaurio todavía estaba allí, hermanos.
Son vocativos todas aquellas palabras o expresiones que se usan para nombrar o llamar al interlocutor. En la frase anterior, el vocativo es «hermanos». Lógicamente, si el fragmento de texto que hemos de aislar con comas aparece en un extremo de la frase, sólo pondremos una coma.