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Cómo desadverbializar tu escritura
Por César Sánchez Ruiz
En dos artículos previos, Cómo desadjetivar tu escritura y Cómo desgerundizar tu escritura, te había explicado cómo lo debes hacer para no excederte en el uso de los adjetivos y de los gerundios. Pues bien, como no hay dos sin tres, voy a explicarte ahora cómo lo debes hacer para no excederte en el uso de los adverbios.
Como ya sabrás, los adverbios son palabras que complementan o modifican el significado de otro elemento de la oración (un verbo, un adjetivo, otro adverbio...) o, incluso, el de la oración entera.
Por ejemplo, la palabra tan es un adverbio; en la siguiente oración está complementando el significado del adjetivo rápido:
No conduzcas tan rápido, que es peligroso.
También lo es la palabra bastante; en la siguiente oración está complementando el significado del verbo llover:
Ayer llovió bastante.
Es igualmente un adverbio la palabra nunca; en la oración que sigue está modificando el significado del resto de la oración:
Nunca te bañes después de comer.
Únicamente algunos adverbios suelen generar problemas. En particular, a menudo se hace un uso excesivo de los terminados en -mente. Ya con menor frecuencia, se hace un mal uso de algunos adverbios de cantidad, como más, mucho y muy.
Los adverbios terminados en -mente se forman añadiendo el sufijo "mente" a un adjetivo en forma femenina o neutra. Como dato curioso, te diré que son de las pocas palabras del español que no son ni agudas, ni llanas, ni esdrujulas, ni nada que se le parezca, sino que tienen dos sílabas tónicas: una en el adjetivo a partir del cual se han formado, y otra en el sufijo.
có/mo/da/mén/te
Se trata de palabras que resultan fáciles de insertar en la oración, y por ello se tiende a abusar de ellas. Cuando las usamos en exceso, desvirtuamos el texto por partida doble: por un lado, dejamos de incluir expresiones más variadas; por otro, al tratarse de palabras de, como mínimo, tres sílabas, y terminar todas con las mismas cinco letras, su uso repetido acaba llamando la atención.
Bien. Para saber cuándo estamos usando en exceso los adverbios terminados en -mente, he llevado a cabo un experimento alquímico-literario similar al que ya hice en el caso de los adjetivos y de los gerundios.
En primer lugar, he buscado entre los textos que he corregido estos últimos días uno en el que hubiese indicado un exceso de adverbios terminados en -mente y, cuando lo he encontrado, he calculado la proporción de estos: he visto que el texto tenía 222 palabras y que, de ellas, 5 eran adverbios de este tipo, es decir, el porcentaje era superior al 2 %.
Luego he buscado un texto en cuya revisión no hubiese indicado un abuso de ellos, y, de nuevo, he calculado su proporción: he visto que el texto tenía 2863 palabras y que, de ellas, 11 eran adverbios terminados en -mente, es decir, el porcentaje estaba entre el 0 % y el 1 %.
A continuación he calculado el porcentaje de adverbios terminados en -mente en los textos de algunas obras conocidas, y he obtenido los siguientes resultados:
El relato Continuidad de los parques, de Julio Cortázar, tiene 541 palabras, de las cuales 6 son adverbios terminados en -mente, es decir, el porcentaje es algo más del 1 %.
Otro texto de este autor, Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, tiene 228 palabras, de las cuales 2 son adverbios terminados en -mente; es decir, el porcentaje es algo menos del 1 %.
El poema Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique, tiene 2333 palabras, de las cuales solo 1 es un adverbio terminado en -mente, es decir, el porcentaje está muy cerca del 0 %.
Por su parte, el poema La boca, de Miguel Hernández, que tiene 239 palabras, no tiene ningún adverbio terminado en -mente, es decir, el porcentaje es 0 %.
El último texto de la muestra ha sido el Decalógo del escritor, de Augusto Monterroso: he visto que tiene 436 palabras, de las cuales solo 1 es un adverbio terminado en -mente: el porcentaje está, de nuevo, muy cerca del 0 %.
Tengo ya, como puedes ver, una referencia más o menos válida de cuál es la proporción aceptable de adverbios terminados en -mente en un texto, e, incluso, al igual que sucedió cuando hice el experimento con los gerundios, me he hecho con un dato tan significativo como es que perfectamente podemos escribir un texto sin recurrir en ningún momento a este tipo de adverbios. Puedes usarla ahora para averiguar si en tus textos estás incluyendo más adverbios terminados en -mente de los recomendables. Sigue estos pasos:
Cuenta los adverbios terminados en -mente que hayas usado en un texto y el total de palabras del texto, divide el primer número por el segundo y multiplícalo por cien: el resultado es el porcentaje de adverbios terminados en -mente que tiene ese texto. No es necesario que uses un texto entero, sino que te puede valer con un fragmento de unas 400 palabras.
Para localizar los adverbios terminados en -mente lo tienes fácil: busca la cadena de caracteres "mente". De las palabras que encuentres, tendrás que descartar las que no sean adverbios; por ejemplo, la palabra cementerio, en caso de que aparezca entre ellas.
Si el porcentaje que has obtenido es superior a 2, estás, casi seguro, abusando de los adverbios terminados en -mente, y deberás proceder a librarte de algunos de ellos.
Si el porcentaje está entre 0 y 2, no estás abusando de ellos, salvo, quizás, ocasionalmente: por ejemplo, puede que estés poniendo dos en una misma oración, uno muy cerca del otro.
Y si el porcentaje es 0, es decir, si no has usado ninguno, ¡enhorabuena!: puedes tener la certeza de no estar abusando de ellos, y nadie te va a poder decir nada por no haberlos usado, ya que, como hemos visto, es posible escribir un texto sin recurrir a ellos.
¿Ya has hecho el test? ¿Estás excediéndote en el uso de los adverbios terminados en -mente? Voy a darte unas indicaciones para que puedas librarte de ellos: